jueves, 5 de septiembre de 2013


Las telas y tapices son un buen recurso para renovar muebles o lograr un estilo diferente en los ambientes de nuestra casa. Antes de elegir un tejido hay que tener presente las características de cada espacio, ya que las telas pueden ayudar a potenciar sus virtudes y disimular sus defectos. Además, es necesario poner especial atención a las propiedades de cada tela: por ejemplo, el algodón (en lo neta  chenille o chintz) es muy resistente; en cambio, la seda (en damasco, gasa o acabado rústico) es elegante pero menos fuerte; la lana es una opción cálida y duradera, mientras que el lino, muy fresco y agradable en cortinas y tapizados, es un material más delicado.
Tipos de telas más utilizados y sus características más destacadas
Elegir la tela únicamente por su color o diseño no es lo correcto. Previamente, es aconsejable informarse acerca de su composición. Cada tipo de tejido tiene particularidades que determinan su rendimiento y correcta aplicación
BROCADO
Es el nombre que recibían los tejidos fabricados con hilos de metales preciosos (oro o plata), sustituidos en la actualidad por fibras sintéticas.
Características: Muy resistente. De su confección se obtienen atractivos dibujos en relieve de diferentes colores.
Usos: Tapicería y cortinas.
CHENILLE
Lleva el nombra del tejido que la compone, formando una trama de hilos pequeños cortados que le otorgan aspecto aterciopelado.
Características: Puede ser de algodón, lana o lino, aunque lo habitual es la mezcla de fibras sintéticas y naturales para garantizar resistencia y pocas arrugas.
Usos: Tapicería y cubrecamas.
CHINTZ
Puede ser grueso o fino, con una cara satinada con resina sintética para darle brillo, aunque éste se pierde con el lavado. Los hay de diversos materiales pero lo habitual es que esté tejido con algodón de hilado fino. Generalmente viene con motivos florales o de hojas.
Usos: Tapicería, cortinas y almohadones.
CORDEROY
Tejido con bastones y canaletas, de pelo cortado. Los bastones pueden ser gruesos o finos.
Usos: tapicería.
CRETONA Aunque originalmente estaba compuesta de un lino de hilos gruesos, hoy se denomina cretona a las telas inglesas de inspiración clásicas.
Características: Son muy resistentes y variadas en diseño.
Usos: Tapicería, cubrecamas y fundas.
DAMASCO Parecido al brocado, pero más fino y menos pesado por no tener relieve. Tejido de algodón o seda, con efecto brillante o mate obtenido mediante el ligamento. Se mezclan como máximo dos colores. Usos: Tapicería, cortinas o almohadones.
Algunos consejos para valorar las telas
* La tela base: La clave para no equivocarte a la hora de vestir un ambiente es elegir primero la tela base: es decir, la del mueble principal y más voluminoso (sofá, cabecero, etc.) Siempre es mejor optar por una tela lisa como base, que abra el juego para combinarla con otras piezas de mobiliario o con detalles de diferentes colores y estampados.
* Elegir el color: Al entrar en una habitación, la primera sensación que recibís se asocia al efecto del color predominante. Así, la combinación de telas en blanco y azul suele tener un efecto fresco, limpio y relajante; los tonos cremas y amarillos por lo general resultan alegres y luminosos; los tostados y crudos (especialmente en tejidos como arpilleras o linos) transmiten naturalidad; los bordó, marrones y verdes, en tapicerías y cortinas, crean atmósferas más sofisticadas.
* Unificar los ambientes: Para ganar sensación de orden y conseguir una casa más serena, es recomendable buscar un hilo conductor que unifique las telas de toda la casa. Si optás por el color, elegí una base lisa. Si preferís repetir un estampado, optá por uno discreto y pequeño (flores, cuadros, cenefas). Lo más sencillo, sin embargo, es elegir una textura (es decir, un tipo de tejido) y jugar con diferentes tonos para personalizar cada habitación.
* Potenciar habitaciones amplias: Para que un espacio grande se vea más acogedor podés vestir las ventanas con juegos de cortinas y estores, elegir tejidos de tacto rico y aterciopelado o apostar por las tapicerías oscuras (siempre dentro de una paleta cálida -tostados, rojos y marrones).
* Ampliar espacios pequeños: Elegí telas lisas o con motivos pequeños. Las cortinas de texturas ligeras, como organzas, voiles, batistas, seda y lino, resultan perfectas para rescatar la luz natural, y por tanto, para ampliar visualmente el espacio. Las telas lisas en tonos piedra y crudos son ideales para conseguir ambientes despejados y crear sensación de mayor amplitud.
* Para ganar profundidad: Lo mejor es jugar con diferentes planos de color. Para un salón distribuido en "U", colocá una tapicería más oscura en el sofá del fondo y tapizá con telas más claras las butacas o los sillones de los laterales. Así aporta más sensación de amplitud. Tapizar pequeñas piezas (butacas, pufs) con telas estampadas también ayuda a enriquecer el espacio.
* Lograr calidez: Uno de los recursos más habituales es elegir tejidos suaves y amables al tacto, como el chenille y el terciopelo para las tapicerías, y el lino mezclado con seda, muselina o voile para las cortinas y visillos. El color también es fundamental a la hora de "abrigar" un espacio: un fondo crema o crudo salpicado de detalles tostados o anaranjados es una apuesta segura para crear un ambiente acogedor.
* Asegurar resistencia: En una casa con niños pequeños o con muchos miembros de familia, lo prioritario es elegir tejidos resistentes y prácticos. Es mejor no optar por materiales naturales 100%, ya que son más delicados. Las fundas de tapicería en trevira, chenille o loneta, son perfectas, porque se pueden lavar en casa y resultan muy fuertes.
* Texturas que decoran: En un espacio pequeño o con poca luz, lo mejor es que todas las telas sean lisas. Para que no quede aburrido, se puede combinar telas texturadas (con relieves o bordados) y de diferentes tactos.
Secretos para un mejor aprovechamiento
En términos generales, se calculan entre 10 y 12 metros de tela para un sillón de dos plazas, mientras que uno de tres plazas demanda entre 14 y 16 metros. Para una butaca se requieren 2 ó 3 metros de tela. En el caso de una silla harán falta unos 80 centímetros si se retapiza solamente el asiento, y alrededor de 1 ó 2 metros si también se tapiza el respaldo. El cálculo se debe ajustar según el estiramiento del género elegido o si son estampados o con motivos.
La durabilidad del tapizado depende de las telas que se elijan. La clave es que sean resistentes y compactas. Deben descartarse aquellas que al tensarlas se deforman o si se produce una apertura de la trama de hilos. Existe una amplia gama de géneros prácticos, durables y fáciles de mantener, como por ejemplo, los chenilles o panamás. Son tejidos con texturas fuertes y más sufridos que los lisos, como sedas o satenes, que absorben las manchas rápidamente y dejan aureolas visibles.
Muchas telas ya salen de fábrica con algunos tratamientos químicos que facilitan su limpieza y aumentan su resistencia. Los tratamientos más frecuentes son contra el fuego, las manchas y las arrugas. Estos tratamientos pueden aplicarse sobre cualquier tipo de tela. Son ideales para las casas donde hay chicos.
Una buena idea es reforzar las áreas de más roce de un sillón con protecciones de la misma tela. Esto se logra, fundamentalmente, con fundas para apoyabrazos que protegen la zona y permiten su limpieza cotidiana.
Es bueno saber que el grosor de una tela no garantiza su calidad y resistencia. Para ello siempre es recomendable el asesoramiento de un experto ya que la composición de los géneros y el tipo de tejido es lo que define su duración a lo largo del tiempo y las condiciones de cuidado y mantenimiento.

jueves, 1 de agosto de 2013

historia

La permanencia en el tiempo, siempre ofreciendo productos de primera calidad e innovadores hacen parte de la filosofía de trabajo de las organizaciones que tienen la excelencia como meta.

Y si esa premisa ha acompañado su gestión por más de cien años de labores, se puede hablar de una empresa altamente exitosa en un entorno cada vez más competido.

Este es el caso de la Fábrica Textil de los Andes, Fatelares, que arribó a los 120 años de existencia y con su experiencia ya está preparada para enfrentar los retos que un mercado cada vez más globalizado y competido le imponen para seguir vigente por muchos años más.

Pionera textil
La historia de Fatelares, aunque no con ese nombre, empezó en 1886, cuando don Jesús María Montoya Arcila, uno de los pioneros de la industria textil antioqueña monta las primeras máquinas artesanales para la producción de muleras, hamacas y cobertores; productos muy apreciados por los arrieros de aquellas épocas.

Es, así, la primera fábrica textil de envergadura que se montó en Medellín y que permanece aún en la región.

Uno de los primeros logros de la fábrica fue la condecoración con la Medalla de Oro en la Exposición Nacional de Industria celebrada en el municipio de Rionegro en el año 1891.

Más adelante, entra en la sociedad el señor Francisco Arango Villegas y la compañía toma el nombre de Tejidos La Constancia.

Finalmente el 27 de octubre del año 1939 cambia su razón social por la que actualmente hoy se conoce en Colombia y muchas partes del mundo: Fábrica Textil de los Andes, Fatelares.

En su evolución histórica, Fatelares también adquirió otras compañías para apuntalar su proceso de crecimiento.

Como lo recuerda su actual gerente, Juan Rafael Arango Pava, en el año de 1946 compró la Fábrica de Tejidos Albión, y cuarenta años más tarde, en 1986, cuando cumplió sus cien años, adquirió la Fábrica de Frazadas y Cobijas Ensueño, que le permitió incorporar la tecnología de producción a partir de la utilización de fibras sintéticas, para complementar su línea de producción a partir de la fibra del algodón. "Es como tener dos fábricas en una", señala su gerente.

También se podría considerar una de las empresas pioneras en la conformación de las sociedades anónimas en Colombia, como una forma de promover la inversión del público en las compañías para su fortalecimiento. Desde 1.939 opera bajo esta figura y aunque hoy no se transan en bolsa de valores sus acciones, todavía conserva entre sus propietarios pequeños accionistas que durante años han depositado su confianza en la firma.

Una amplia oferta
La línea de toallas, con el 31 por ciento de las ventas; la cobijería, que responde por el 26 por ciento de sus ingresos; y las sobrecamas que representan el 15 por ciento de las ventas; conforman las líneas principales de producción de Fatelares.

También cuenta entre sus productos con batas de baño, protectores de colchones y almohadas, hamacas, secadores de cocina, una línea industrial y otra línea institucional especialmente fuerte en empresas aéreas, hotelería y catálogos.

Una de las mayores ventajas de la compañía es la de contar con un proceso de producción integrado de manera vertical, que garantiza el control de todos los insumos del desarrollo productivo.

"Esto nos da una flexibilidad muy grande para responder con agilidad a las exigencias del mercado".

Distribución sólida
Uno de los factores de éxito para cualquier empresa es que su producto o servicio esté al alcance del público, en este campo Fatelares no ahorra ningún esfuerzo.

El 30 por ciento de las ventas que logra la compañía, se realizan gracias al concurso de distribuidores, algunos de los cuales están acompañando a Fatelares desde que opera como sociedad anónima, como muestra del compromiso y el apoyo mutuo que se da entre las partes para una relación productiva y de beneficio común.

A través de las cadenas comerciales, la firma coloca otro 26 por ciento de sus ventas. Esta presente en las principales firmas comerciales con asiento en las capitales del país.

El 13 por ciento de sus ventas se hace en puntos directos. En la actualidad cuenta con siete tiendas propias (cuatro en Medellín y tres en Bogotá) y adelanta un proyecto de ampliación de este canal con la apertura de dos puntos de venta propios antes de finalizar el año.